miércoles, 1 de diciembre de 2010

UN SÁBADO PERDIDO EN EL TIEMPO PARTE III

Caminaron, caminaron, caminaron...
Pensaron que era mejor caminar y hablar, que perder el tiempo en un colectivo que los llevaría a una rápida despedida.
Se hacían las 6 de la mañana, y los padres de ella parecían no preocuparse.
La caminata transcurrió entre risas, abrazos, recuerdos, recuerdos, recuerdos. Siempre presentes.
De un momento a otro, inesperado, en una charla, él la toma por la cintura, la abraza por la cintura.
Ella no resiste la tentación, nunca resistió, y giro su cara..
Diez centímetros de distancia, otra vez.
No podía dejar pasar la oportunidad, quizás no tendría otra.
Se acerco un poco más, se miraron un poco más... un sentimiento frío y cálido a la vez..
El corazón se aceleraba... todo alrededor parecía silenciarse... Como si la naturaleza misma hubiera esperado ese reencuentro.
Ella cerró sus ojos, apoyó sus labios contra los de él, transcurrió un tonto segundo que pareció una hora... se alejó, agachó la cabeza.. y sintió una mano en su mentón, y otra en su nuca.
Si miraba fijamente a sus pupilas, podía jurar que alrededor no existía nada, que si dejaba de mirarlas caería en un vacío oscuro y frío.
"¿Taaaaaaaaaaaaaan importante iba a ser él?". Pensaba, y re-pensaba.. en ese momento y en todo el tiempo de su ausencia, también lo había hecho.
Bueno.. siguiendo con el relato externo, sin entrañarnos tanto en los pensamientos...
Él levantó la cara de ella con una mano, mientras con la otra la tomaba por la nuca, y la acercaba lentamente de nuevo a sus labios...
Pudieron haber pasado treinta, cuarenta, cincuenta, secenta o ochocientos minutos entre miradas y besos.. Pero no importaba el tiempo, si no el hecho.
Cuando el silencio decide romperse se rompe así:
-Aunque no me creas... Nunca me olvidé de vos, todo se volvió dificil, confuso, siempre fue extraño, pero se volvió confuso.. y con el tema de la distancia- Explicaba él.
-Las distancias no son nada, a veces- Dijo ella sin dejar de mirar fijo a sus ojos, parecía ni parpadear, siquiera.
Él se quedó en silencio, la besó de nuevo, se alejó en forma de broma... Ella lo miraba, sin entender a donde iba.
Iba a pararse en medio de la calle... Se paró en medio de la calle y grito
-TE EXTRAÑÉ, TE EXTRAÑO Y TE VOY A SEGUIR EXTRAÑANDO CUANDO ME VAYA.
Confusa.. lo mira y se ríe de una forma pícara.
Dice en voz baja:
-Ya somos dos.
Faltaban caller por patear.. Y todavía no terminaba de amanacer.
El camino se hacía largo, pero, después de tantas confesiones, más liviano.
(Continuará...)

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